El futuro de la democracia boliviana

Por Julio Ascarrunz*

La democracia boliviana tiene dos noticias, una buena y otra mala. La buena es que el país, en general, tiene un 29,7% de probabilidad de experimentar un evento de apertura democrática, esto es cambios positivos hacia una gobernanza más democrática; la mala noticia es que tenemos un 36,2% de probabilidad de experimentar un evento de cierre democrático, es decir cambios hacia una gobernanza más autocrática. Pero ¿cómo se obtienen estos valores y qué implicancias concretas representan? 

Los datos provienen del Instituto Variedades de Democracia (V-Dem Institute) con base en la Universidad de Gotenburgo, Suecia; concretamente del proyecto Barómetro del Espacio Democrático. Las proyecciones de esta herramienta se basan en la evaluación de seis dimensiones de la gobernanza democrática: dimensión “asociacional”, dimensión económica, dimensión electoral, dimensión de gobierno, dimensión individual, y dimensión informacional. Todas las dimensiones utilizan índices propios del V-Dem Institute construidos con una base de datos que cubre 169 países desde 1970 hasta 2019, resultando en un total de alrededor de 28 millones de puntos de datos.

Las predicciones probabilísticas utilizan técnicas estadísticas avanzadas para estimar que en cada país ocurra al menos un evento de apertura y/o de cierre en los siguientes dos años para cada una de las dimensiones. Para Bolivia, tales estimaciones indican 34,3% de probabilidad de apertura y 37,7% de probabilidad de cierre para la dimensión “asociacional”, es decir sobre la autonomía de las organizaciones de la sociedad civil y la libertad de la ciudadanía en general; 33,9% de probabilidad de apertura y 35,7% de probabilidad de cierre para la dimensión económica, es decir sobre la corrupción pública; 29,9% de probabilidad de apertura y 31% de probabilidad de cierre para la dimensión electoral, es decir la capacidad de controlar electoralmente a los gobiernos y que dichos procesos sean de calidad; 31,2% de probabilidad de apertura y 31% de probabilidad de cierre para la dimensión de gobierno, es decir la fiscalización del legislativo y el judicial a la actividad del gobierno; 28,3% de probabilidad de apertura y 45,3% de probabilidad de cierre para la dimensión individual, es decir el ejercicio de derechos fundamentales como acceso a la justicia, seguridad, y libertades básicas; y 20,6% de probabilidad de apertura y 36,4% de probabilidad de cierre para la dimensión informacional, es decir todo lo relativo a la libertad de prensa y expresión, así como la ausencia de censura, autocensura, hostigamiento a periodistas, y la promoción de la transparencia. Las probabilidades generales de apertura y cierre derivan de un promedio de las seis dimensiones. 

Más allá de esta descripción, ¿cuáles son las explicaciones de estos datos? Las estimaciones para el país exhiben que todas las dimensiones, con excepción de la de gobierno, expresan una probabilidad mayor de cierre que de apertura democrática, aunque las dimensiones individual e informacional sobresalen del resto. La probabilidad de cierre, en la dimensión individual, es 17 puntos porcentuales más alta que la de apertura, mientras que en la dimensión informacional esa misma diferencia es de casi 16 puntos porcentuales. Esto se debe a algunas medidas adoptadas en el contexto de la lucha contra el coronavirus que, más allá de las justificaciones de su necesidad, han sido observadas como peligros a estándares internacionales de ejercicio de libertades fundamentales, tal como identifica la herramienta de monitoreo global del impacto del COVID-19 sobre la democracia y los derechos humanos de IDEA Internacional. 

Por otra parte, y en perspectiva comparada, estas estimaciones significan riesgos en tres de las dimensiones y oportunidades en una de ellas. El mayor de los riesgos está en la dimensión individual donde la probabilidad de cierre es la segunda más alta de todo el mundo (solamente detrás de India). La probabilidad de un evento de cierre en la dimensión informacional (36,4%) también representa un riesgo alto al ser la séptima más alta de todo el mundo. Finalmente, la probabilidad de cierre de la dimensión de gobierno (31%) se posiciona como la onceava más alta de los 169 países analizados. 

Como último riesgo, pero también oportunidad, está la dimensión electoral.  La probabilidad de que ocurra un evento de cierre democrático (31%) es la sexta más alta del mundo, pero, al mismo tiempo, la oportunidad de que ocurra un evento de apertura democrática en esta dimensión (29,9%) es la onceava más alta del mundo. Esto indica que el espacio electoral dentro de la gobernanza democrática en Bolivia tiene casi las mismas chances de decantarse por un evento que mejore o un evento que empeore la democracia. 

Esta situación pone al país en el limbo, salir de él positivamente va a depender de los esfuerzos tanto de actores políticos como de toda la ciudadanía, para que, a pesar de la pandemia, el proceso electoral resulte lo mejor posible. Algunas acciones en ese sentido, para empezar, pueden ser dejar de lado los ataques al árbitro electoral, brindar confianza y apoyo en las tareas pendientes derivadas de las complicaciones del contexto de salud y comprometer la aceptación de los resultados de la elección. Parafraseando al comparativista Adam Przeworski, cuidado por no perder unas elecciones, terminemos perdiendo la democracia.


* Politólogo. Secretario de Asuntos Académicos de la Asociación Boliviana de Ciencia Política (ABCP) que es parte de la Ruta de la Democracia.