El campesinado en la coyuntura política

Por: Julio Prudencio Böhrt (La Paz, 15 de Octubre 2020) 

Ahora, un actor invisible. En esta etapa electoral, el campesinado de la pequeña propiedad está ausente e invisible en los programas de gobierno de los partidos/agrupaciones políticas; a pesar de las soluciones posibles y promisorias que plantean e implementan (ante el agravamiento del cambio climático, el desabastecimiento de alimentos por el COVID 19; la carencia de ingresos y empleos rurales, la pérdida de la diversificación productiva; la sostenibilidad medioambiental y la biodiversidad; …) aunque esas experiencias valederas están como ocultas en varias regiones del país. ¿Pero, por qué los partidos políticos que tercian en estas elecciones y sus candidatos postulantes, apenas los mencionan? 

Porque aparecen como un problema, por la vinculación de los dirigentes de las organizaciones sociales al anterior gobierno; a pesar de que fue un amplio sector olvidado en las inversiones en los 14 años, utilizado en varias ocasiones según la conveniencia política, dotándolos de algunas canchas de fútbol, sedes sociales y atención en salud, sin embargo, en el fondo, no apoyó su estructura productiva ni mejoró realmente sus condiciones de producción, de vida y de ingresos. 

Ahora, ningún Partido Político escucha sus propuestas y planteamientos, y no quieren entenderlos pues están considerándolos a todos ellos como partidarios del anterior gobierno; y están demasiado ocupados escribiendo programas modernos y novedosos, que implementarán si llegan al poder. 

El actual sistema agroalimentario
El actual sistema agroalimentario impuesto por el anterior gobierno, continuado por el gobierno de transición (y ojalá ya no por el nuevo gobierno que se instale en el futuro) y agravado por el COVID 19, se caracteriza, por un lado, porque en el oriente del país se pretende implementar un proceso de agro industrialización, un modelo de desarrollo moderno y progresista, de inserción al mercado mundial a través del fomento a las agro exportaciones1 donde cuatro actores se dan la mano: el capital transnacional (portador de los agroquímicos y transgénicos e inclusive acaparamiento de tierras); las grandes empresas agroindustriales (latifundios con grandes extensiones de tierra, productores y recolectores de soya, procesadores y exportadores); los interculturales (la base sociopolítica del último gobierno-la nueva pequeña burguesía campesina) que producen parte de la soya y quieren insertarse al mercado mundial; y el gobierno a través de sus diversas políticas y leyes (de créditos, de subsidios, de permisibilidad con la producción del maíz transgénico, la promulgación de decretos incendiarios de la Amazonía, la ampliación de la frontera agrícola, bajos tributos a la superficie cultivada de los agro empresarios, entre otros). 

Por otro lado, en el occidente del país se vive un proceso de desactivación productiva y descampesinización porque los pequeños propietarios de tierras, todavía producen con el arado de hace siglos; los precios de venta de sus productos no les cubren sus costos de producción que aumentan cada día, por lo que no les generan ingresos;su tierra está agotada y sin nutrientes; los productos extranjeros (contrabando) desplazan a sus productos en los mercados; la demanda (urbana) cada vez prefiere más alimentos chatarra que los productos tradicionales sanos y nutritivos; la industria manufacturera de alimentos cada vez demanda más materias primas extranjeras que nacionales; entre otros factores. 

Todo esto empuja a los pequeños propietarios campesinos a una situación de marginalidad por lo que tienen que migrar a otras regiones y al extranjero a desempeñar múltiples actividades (“trabajar como choferes de minibús o ayudar a vender a nuestras esposas nos genera más ingresos que la agricultura”) 2 ; desarrollando nuevas trayectorias de desarrollo histórico. Con el modelo del anterior gobierno, los campesinos del altiplano y valles, en lugar de generar ingresos y acumular ganancias con la agricultura, han tenido que buscar un sustento que apenas asegure su supervivencia. 

La crisis venidera
El modelo de agro industrialización y fomento a las exportaciones está en crisis por los bajos rendimientos productivos de la soya (los más bajos de los países productores de soya de ALT), por sus elevados costos de producción y declinación de los precios internacionales lo que influye para que se reduzcan cada vez más sus posibilidades de reproducción, por lo que deben implementar otras estrategias como acumular más tierras (ya sean tierras fiscales, reservas naturales y de los Pueblos Indígenas); ampliar la frontera agrícola deforestando3, ampliar las exportaciones de los nuevos productos (carne vacuna y porcina) que demanda el mercado internacional asiático4; expandir los transgénicos a otros productos (maíz, trigo); obtener créditos en condiciones favorables5 y fomento al etanol (a pesar de sus elevados costos), entre otros. 

Al mismo tiempo, estos actores (grandes agro empresarios) se embarcan en luchas internas de poder a fin de conquistar el mayor espacio posible, concentrar más ingresos y tratar de deshacerse de los competidores. Y esto lo estamos viviendo ahora en esta etapa de elecciones entre el grupo de agro empresarios soyeros del candidato de la agrupación CREEMOS y el grupo de agro empresarios de la gobernación de Santa Cruz.

En este espectro, sus socios menores (los campesinos interculturales soyeros) se encuentran sometidos6 a ese poder, marchando en las calles de Santa Cruz dirigidos por los agro empresarios, protestando contra la acción nacional (de varias organizaciones, universidades, instituciones) que reclama el DS 4232 sobre el uso de los transgénicos por violar diversas Leyes y la CPE (Pagina Siete 09/25/2020). No será raro pues qué en las próximas elecciones nacionales, esa base sociopolítica que caracterizó al anterior gobierno en el pasado, vote ahora por el candidato de la agro empresa. 

En el ámbito de la agricultura de las pequeñas propiedades del altiplano y valles, sino se asumen medidas y políticas adecuadas para este sector, continuarán los rendimientos productivos más bajos de ALT en todos los productos;seguirá la expulsión de los jóvenes rurales y el despoblamiento de regiones/localidades; se ampliará y profundizará la pobreza, el hambre y la desnutrición; continuará descendiendo la productividad laboral promedio por trabajador agrario, ya la más baja de ALT (por la escases de tecnología/maquinaria, capacitación, créditos, infraestructura productiva entre otros); se seguirá perdiendo la diversificación agrícola y agotando más la tierra y el suelo por no implementar la agricultura de conservación. Se seguirá perdiendo el mercado internacional de productos agroecológicos que, ahora, con la pandemia, es más valorizado. 

Todo este espectro significará una nueva crisis agraria interrelacionada estrechamente con la naturaleza, es decir una crisis agroambiental que no conserva la naturaleza, la biodiversidad, la accesibilidad a las semillas nativas, al almacenamiento y conservación del agua, que no enfatiza en la calidad de los alimentos sanos y nutritivos ni en el autoabastecimiento interno. 

Por todo esto, los partidos políticos deben considerar al campesinado de la pequeña unidad productiva (agricultura familiar) como una oportunidad para combatir el cambio climático, crear empleo rural, luchar contra la pobreza, producir alimentos nutritivos y conservar la biodiversidad de los diversos ecosistemas.


1 Sin que esto signifique que no haya medianos y pequeños agricultores que producen diversos productos básicos de la canasta alimentaria familiar, al igual que una gran parte de empresarios agrícolas que producen de manera adecuada y sostenible.

2 Dejando la actividad agrícola como principal actividad= descampesinización.

3 Ya volvieron a quemar la Amazonía, la Chiquitanía, el Chaco y ahora último, los humedales del Pantanal.

4 Durante años, los agroempresarios sobre todo, presionaron para que Bolivia forme parte del MERCOSUR y así beneficiarse de los diversos Acuerdos de Libre comercio que éste emprendía. Hoy, que la UE
cuestiona el Acuerdo TLC MERCOSUR-UE para la venta de carne (pidiendo frenar la deforestación, respeto a los acuerdos de París sobre el clima y que los productos cumplan las normas sanitarias y ambientales europeas), no dicen nada y más bien presionan para emprender nuevos acuerdos con China y Rusia, que no establecen nada respecto a la deforestación para sembrar alimentos para el ganado.

5 De las AFPs, del BDP a los ganaderos (Pagina Siete 10/06/2020) y más recientemente los créditos solicitados al Banco Mundial con el pretexto del Covid-19 y la reactivación productiva.