¿Qué hay que modificar en el sistema tributario? - I

Por Rosa Talavera

En una anterior columna, afirmé que la reforma del Sistema Tributario es una de las tareas que al “proceso de cambio” le ha quedado sin cambiar.  Del otro lado, los programas de los principales candidatos de oposición postulan la modificación del mismo, pero en términos muy generales. Aporto algunas ideas sobre qué hacer con nuestro sistema tributario, que ya tiene 33 años de antigüedad.

La primera, es eliminar del Sistema al fastidioso Régimen Complementario al Valor Agregado (RC-IVA), que fue, en su momento, una innovación muy creativa; acreditar el IVA pagado por los consumos, contra el impuesto a los ingresos personales, es totalmente inédito, pero la idea era estimular a los compradores a exigir la factura, en los albores del establecimiento del Impuesto al Valor Agregado en un país con una cultura tributaria casi nula. Sin embargo, este impuesto obliga a los asalariados a acumular las “facturitas”, hacer el detalle mensual, presentarlo al empleador, al que luego se hace responsable, de revisar que todos “los numeritos” estén bien, so pena de ser multados por los fiscalizadores del Servicio de Impuestos Internos (SIN), expertos en detectar estas fallas, pero muy poco hábiles para identificar los verdaderos problemas que disminuyen la recaudación;  además, las facturas se deben guardar casi eternamente para poder respaldar el crédito declarado...todo para  obtener menos del 1% de los impuestos que recauda el SIN.

En vez del RC-IVA, los ingresos actualmente gravados por este impuesto (sueldos, intereses, alquileres), pasarían a estar gravados por un impuesto a las utilidades de las personas (naturales y jurídicas), que abarque todas las rentas, con tratamiento diferenciado según cual sea su origen.  Creo que el país, tanto del lado de los contribuyentes como del lado del SIN, ya está maduro para encarar este cambio.  Al mismo tiempo, se podría pensar en extender la mano del fisco, no solo a las rentas llamadas de “fuente boliviana” sino a todas, es decir, incorporar el concepto de “renta mundial” que es el que aplican, con excepción de uno o dos países, todos los de la región.  Esta es una segunda idea, que desincentiva cualquier maniobra para eludir el impuesto recurriendo a esquemas imaginativos.

La tercera idea, es eliminar de una vez los regímenes especiales (Simplificado, Integrado, Agrario Unificado) que además de ser un paraguas que cobija a contribuyentes, sobre todo del sector comercial, que deberían estar en el régimen general, contribuyen con solo el 0,01 de la recaudación.  Existen varios sistemas de retención que pueden aplicar los proveedores de estos comerciantes a sus grandes clientes.  Los verdaderamente pequeños (por ejemplo, el kiosko de la esquina) podrían quedar exentos, sin mayor consecuencia.

Una cuarta idea, chiquita ésta, busca corregir el problema de doble tributación que existe cuando se aplica el Impuesto a las Transferencias (IT) y el Impuesto a la Transmisión Gratuita de Bienes, a las herencias. Este doble gravamen es ilegal y oneroso, sobre todo para la gente de menores ingresos.

Termino la primera parte de mi propuesta, postulando que el período de prescripción se fije en 5 años y no en 10 u 8, como ha establecido el actual gobierno y, algo más: que se corrija el error de no cobrar el Impuesto sobre las Utilidades de las empresas que operan en Zona Franca, sin ningún respaldo en la legislación, y atentando contra el principio de igualdad entre los contribuyentes.