Opinion

LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Medio Oriente
Mousa Al-Naseri
Martes, 5 Febrero, 2013 - 12:03

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Por desgracia, lo que ocurrió en la región árabe en determinados momentos de su historia en relación a la libertad de expresión y de opinión, aún predominaba en Irak hasta el 2003. Año que marcó el hito para eliminar la prohibición del poder expresar puntos de vista y opiniones. En este artículo, me gustaría exponer como la sociedad debe evolucionar para evitar vivir bajo la sombra de la represión a la libertad de expresión. Debido a que la represión de estas libertades  humilla totalmente la dignidad del ser humano.

La libertad de opinión y de expresión como la libertad para ejercer la crítica son derechos inmutables de los seres humanos, no favores ofrecidos por un individuo o grupo de individuos. La libertad de expresión es una responsabilidad moral inherente a cualquier ciudadano y que todo aquel que exprese libremente sus ideas y opiniones debe respetar las de otros seres humanos. El diálogo es una tarea muy importante para este fin y con él se comprueba que la libertad de expresión es una elección y un compromiso. Imam Al-Hussein Bin Ali (680 AD), una figura reverenciada entre los musulmanes shi’itas, declaró en una ocasión “ya es suficiente el tener que soportar estas represiones”. El filósofo francés Voltaire (1694-1778) declaró mucho tiempo después “No estoy de acuerdo con lo que sostiene, pero defenderé hasta la muerte su derecho a su propia opinión”.

La tolerancia y la negación de la coerción, de la represión y del odio a la vida, deben promover la cultura del perdón, la paz, la compasión, el diálogo, la sabiduría y el amor a nuestros semejantes. Una cultura que debe abrigar la semilla de la paciencia y el perdón, el aliento al respeto por otros y a la libre expresión de sus opiniones.

La coexistencia y la defensa de las libertades, especialmente la libertad de opinión y de expresión, nos obligan a rechazar los conceptos de la tiranía y la intolerancia que quieran ser impuestos a la sociedad en general y en particular entre grupos pertenecientes a etnias, tribus o clases sociales.

Los libres pensadores de buen juicio, que buscan promocionar una comprensión adecuada de la vida, deben alzar la voz y denunciar la tiranía y el despotismo, que son utilizadas para imponer puntos de vista propios y acciones de poder, situación alarmante debido a que son un asalto a la conciencia humana y a la humanidad entera. Los libres pensadores deben conseguir que la conciencia de la libertad impere para que la humanidad prevalezca, sin importar el precio que se deba pagar.

La opinión de la población civil es muy importante en la sociedad, en la religión, en la política y en la educación. Si estas opiniones son reprimidas, se va en contra de los principios de la religión, debido a que privan la existencia de cualquier principio. Por tanto, el poseer la capacidad de escuchar diferentes opiniones es muy importante para conformar sociedades equilibradas. “Nunca podemos estar seguros que la opinión que pretendemos reprimir es falsa; y si estuviéramos seguros, la represión aun seguiría siendo un mal si”, escribió el filósofo británico John Stuart Mill (1806-1873).

El escritor Francisco Quevedo (1580-1645) dijo: “Aquel que usa su tiempo lamentando su pasado, pierde su presente y pone en riesgo su futuro”. Por tanto, debemos poder mirar al futuro con optimismo, considerando que el ser humano ha evolucionado a través de los siglos. La libertad de expresión ya no se la reprime en muchas partes del mundo, y si así fuese, esta represión debe abolirse y aprovechar el diálogo como un camino o herramienta para el progreso, que solo es posible en una atmósfera de libertad.

Uno de los principios verdaderos del ser humano es el permitir la apertura de diálogos respetuosos con otros que no comulguen con nuestros criterios, tratando siempre de encontrar puntos en común y comprendiendo los puntos de vista de los otros, a pesar que de que no exista concordancia en cada tópico. Teniendo presente que la libertad de expresión es una elección y un compromiso. En primer lugar, para iniciar un diálogo los interlocutores deben tener paridad en términos de preparación psicológica y poseer la capacidad de involucrarse en un compromiso que permita el intercambio de puntos de vista. El equipo encargado de dicha tarea debe poseer la libertad intelectual y la confianza en sí mismo y no sentirse despreciado, minado o abrumado por el poder o la fuerza del otro equipo interlocutor. La falta de confianza deriva en la imposibilidad de presentar y defender las ideas en una mesa de diálogo. Los protagonistas deben estar satisfechos con los resultados obtenidos y estar dispuestos a implementarlos, de lo contrario el diálogo habrá sido un fracaso total.

Cada ciudadano debe tener el derecho de poseer su propio sistema de creencias, a través de sus propios razonamientos y argumentaciones. La imposición de ideas a través de la represión   niega la posibilidad a los hombres de  vivir una vida libre y digna. Para lograr acercamientos con otros, el diálogo debe estar libre de todo tipo de tipo de presión, debido a que la violencia y la coerción no pueden bajo ninguna circunstancia ser aplicadas para difundir ideas.

Como un individuo que vivió en la tierra perteneciente a una civilización antigua que ha perdurado miles de años, he presenciado hasta hace poco ataques implacables contra la libertad de expresión y de opinión. El antiguo régimen dictatorial y sus líderes pensaron que aun podían acallar  las aspiraciones humanas a la libertad y detener el movimiento de la historia. Una dictadura que no consideraba que la libertad de expresión era una responsabilidad moral inherente a cualquier ciudadano y que cualquier individuo tenía el derecho de expresar sus opiniones y el deber de respetar las de otros ciudadanos.

La “Primavera Árabe” que surgió en muchos países de Oriente Medio, se inició después de años de represión. Un despertar intelectual y de conciencia de libertad para reclamar el derecho de gozar de la gran bendición que significa la “libertad de opinión y de expresión”. La región árabe, una parte importante del mundo, experimento un despertar intelectual en grandes masas de gente que reclamaron sus derechos para expresar sus opiniones libremente.
El autor es Filósofo e historiador