Ciencia y Tecnología
Un estudio publicado en la revista PNAS
El caballo que resiste los -70º C de Siberia
Ejemplar de caballo de Yakutia. YAKUTIATRAVEL.COM


Lunes, 4 Enero, 2016 - 12:03

Los caballos de Yakutia apenas miden 150 centímetros de altura, tienen las extremidades cortas y robustas, complexión compacta y pelo abundante y grueso tanto en las crines como en el cuerpo. Viven en esta región de la república de Sakha, en Rusia, donde las temperaturas llegan a alcanzar los 70º C bajo cero durante los meses más fríos. Y sobreviven todo el año al aire libre, sin el refugio de un establo, buscando el pasto escondido bajo la nieve durante el invierno, que dura siete u ocho meses.

El origen de estos animales no está claro, pero su adaptación a este clima tan extremo sucedió prácticamente de la noche a la mañana, hablando desde un punto de vista evolutivo. Según un estudio publicado en la revista PNAS, en menos de 800 años, los caballos yakutos se adaptaron a las temperaturas extremas del este de Siberia tras un proceso en el que se vieron involucrados muchos genes, entre los que se incluyen algunos también presentes en los grupos humanos de Siberia y en los extintos mamuts lanudos.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Copenhague, dirigido por el investigador Ludovic Orlando, del Centro de GeoGenética del Museo de Historia Natural de Dinamarca, ha estudiado el genoma completo de nueve ejemplares actuales de caballos yakutos y de dos ejemplares que vivieron en el siglo XIX y hace 5.200 años respectivamente, y los han comparado con el genoma de 27 caballos domesticados y con el de tres caballos de Przewalski, una especie salvaje procedente de Mongolia.

Caballos de YakutiaEn menos de 800 años se adaptaron a las temperaturas extremas de Siberia. YAKUTIATRAVEL.COM

Ludovic Orlando afirma que ha habido caballos en la región que hoy en día se conoce como Yakutia desde hace más de 30.000 años, pero los caballos yakutos actuales no descienden de esa población nativa que vivió en la zona hasta mediados del Holoceno (un periodo que se inició hace 11.500 años y que se prolonga hasta la actualidad). «Nuestro trabajo demuestra que los caballos que vivían allí hasta, al menos, hace 5.200 años, no son los ancestros de las poblaciones actuales».

Además, Orlando añade que es posible que los primeros grupos de caballos se extinguieran antes de la llegada de los caballos modernos a la región, o que se hubieran visto reemplazados completamente por esta nueva población que vino con los humanos cuando colonizaron el área entre los siglos XIII y XV y que son los fundadores de la población actual de caballos yakutos. Por lo tanto, la evolución de estos animales representa uno de los casos de adaptación a climas extremos más rápidos entre mamíferos.

Cien generaciones

Orlando califica este rápido proceso de «asombroso». Todas las características presentes en el caballo de Yakutia son producto de una adaptación muy rápida que tuvo lugar hace 800 años, lo que supone alrededor de 100 generaciones para los caballos. «Esto demuestra la velocidad a la que puede ir la evolución cuando las presiones selectivas para la supervivencia son tan fuertes como lo es el clima extremo de Yakutia», añade Orlando.

«Probablemente, el proceso adaptativo fuera tan rápido porque la supervivencia no es posible sin que exista la combinación adecuada de genes», continúa. Los genes que se han adaptado tienen muchas funciones, todas hechas a medida para sobrevivir en temperaturas frías. Algunos están relacionados con el desarrollo del pelo, con el de las extremidades o con la manera de metabolizar los azúcares. «Por ejemplo, estos caballos metabolizan el azúcar de manera distinta en los meses de invierno, ya que éste funciona como anticongelante, que en la época primaveral, cuando los animales vuelven a ser muy activos».

Esta rápida adaptación es un proceso casi exclusivo de los caballos yakutos, pero lo más interesante es que los genes adaptativos del caballo yakuto también lo son en los grupos humanos de Siberia y en el mamut lanudo. Por ejemplo, se incluye el gen PRKG1 en humanos, que está implicado en el tiritar como respuesta al frío, y el BARX2 en el mamut, relacionado con el desarrollo del pelo. «Es un ejemplo clarísimo de adaptación convergente, en el que varias especies independientes que se enfrentan a las mismas condiciones ambientales terminan adaptándose de la misma manera a esas condiciones», concluye Orlando.

tomada de: elmundo