Opinion

MACHISMO
Surazo
Juan José Toro Montoya
Miércoles, 17 Junio, 2015 - 17:45

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La palabra “patriarcalización” no existe en el idioma español y, aun así, es utilizada por los autores dedicados el estudio de la equidad de género. La definen como una forma de dominación del género masculino sobre el femenino pese a que “patriarcal” viene de “patriarca” que significa “persona que por su edad y sabiduría ejerce autoridad en una familia o en una colectividad”. Puede que esa definición, tomada del Diccionario de la Real Academia Española, tenga una connotación machista pero, precisamente por eso, es mejor emplear el nombre “machismo” que es aquella “actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres”.

Y, si tomamos el caso de Bolivia, tendremos que rendirnos ante la evidencia de que, más que patriarcal, la nuestra es una sociedad machista. Solo así podemos explicar que en instituciones como la Policía Boliviana se degrade a una generala que ejercía el cargo de subcomandanta general para transferirla a las funciones de Directora Nacional de Educación y rectora de la Universidad Policial. Los motivos para el cambio son puramente machistas: el nuevo comandante general no se siente cómodo trabajando con una mujer.

No es el único caso, no es el primero ni será el último. Lamentablemente, pese a la vigencia de leyes contra la discriminación y violencia contra la mujer, en el país subsiste una mentalidad machista hasta en las propias mujeres.

Si duda de esa afirmación, nada más hojee las páginas de un periódico o escuche lo que las mujeres periodistas, radialistas o presentadoras de televisión dicen en los espacios informativos.

La clave está en los sustantivos. Existen sustantivos comunes en cuanto al género que no pueden utilizarse como masculinos o femeninos. Por ejemplo, “profesional” no puede convertirse en “profesionala” o bien “conferencista”, que tiene tendencia femenina, no puede utilizarse como “conferencisto”. Pero el idioma también ha evolucionado con las sociedades y, por ello, muchos sustantivos comunes que solo podían emplearse en masculino ahora admiten uso femenino. Los grados militares son el mejor ejemplo: la Real Academia Española ahora admite la utilización de generala, coronela y hasta soldada cuando el sujeto del que se habla es mujer.

Pese a ello, en las informaciones en las que se habla de la generala Rosario Chávez, afectada por el machismo en la Policía Boliviana, muchos medios de comunicación, incluso las mujeres que tratan el tema, se refieren a ella como “la general Rosario Chávez”.

Y ejemplos como esos abundan en los medios. Yo escucho a las presentadoras mujeres decir “la fiscal” al referirse a la fiscala departamental de Potosí, WillmaBlazz, mientras que una concejala de este municipio, que además es periodista, se refiere a sí misma y a sus colegas como “la concejal” cuando es admisible “la concejala”.

Es un problema de mentalidad. Las estructuras mentales de bolivianas y bolivianos están dominadas por el machismo y por eso se piensa en función masculina en una sociedad en la que lo femenino también existe y, por tanto, merece un lugar propio.
Y hasta ahora no se conoce de una ley que cambie mentalidades.