Opinion

ZAVALETA MERCADO VISTO POR H.C.F. MANSILLA
Punto de Re-flexión
Omar Qamasa Guzman Boutier
Lunes, 27 Abril, 2015 - 10:43

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Bajo el título de “Una mirada crítica sobre la obra de René Zavaleta Mercado”, H. C. F. Mansilla nos presenta su última producción teórica. Se trata de un libro interesante, al presentar una lectura muy diferente a las acostumbradas laureatorias, referidas a Zavaleta. Es verdad que estos dos pensadores bolivianos (Zavaleta y Mansilla) representan posturas teóricas muy distintas, ello pero no impide valorar el trabajo de ambos. Al contrario, puede decirse que la mirada crítica de Manilla incluso contribuye a enriquecer una re-lectura de Zavaleta, sin la necesidad de compartir necesariamente los puntos de vista de Mansilla. Lo importante en esto es mantener una distancia crítica respecto a ambos.

Preguntarse ¿qué y cómo leemos una obra teórica? es pertinente a la hora de acercarnos a cualquier pensador. René BascopéAspiazu, en un taller de literatura, nos decía que un escritor, cuando lee a otro escritor, no lo hace como un lector común. Creo que esta orientación puede trasladarse también al ámbito de los ensayos teóricos. En todo caso, reflexionar en torno a la obra de cualquier pensador, supone privilegiar en nuestro foco de interés, partes de esa obra y ordenar la consideración de dicha obra según ese interés. Se trata, por supuesto, de criterios metodológicos sobre los que, posteriormente, descansará el armazón del estudio crítico. Pero es cierto, también, que la elección del método no es del todo arbitraria y que en gran medida es el “objeto de estudio” el que avala la pertinencia de una opción metodológica.

Mansilla ha privilegiado el enfoque desde la filosofía del psicoanálisis, para indagar en torno a los motivos de la popularidad de la obra de Zavaleta Mercado, así como de las ideas y del sentido de éstas, que en esa obra se expresan. Aunque para el primer propósito la opción elegida tiene cierto valor (según Mansilla, esa popularidad se debe a que Zavaleta comparte “los prejuicios de una buena parte de la población”), no puede decirse lo mismo cuando es el cuerpo teórico el que se quiere analizar. No tiene el mismo valor según nuestra manera de entender las cosas, porque, si bien la filosofía del psicoanálisis nos conduce a encontrar los vasos comunicantes entre el cuerpo teórico y los prejuicios populares (que es, entre otras, lo que Mansilla se propone, ya que ello explicaría el cariño que siente el público hacia la obra de Zavaleta), ya no nos es de mucha utilidad cuando debe analizarse la teoría zavaletiana en sí. A esta última consideración venía nuestra pregunta, en torno a ¿qué es lo que leemos, cuando leemos la obra de un pensador?

Una consecuencia de la opción elegida por Mansilla será que el abordaje al cuerpo teórico de Zavaleta muestre algunas limitaciones. Una de ellas, por ejemplo, bien puede referirse a la no consideración de temas que la obra de Zavaleta sugiere o presenta para un posterior desarrollo; es decir, a no concentrarse en las consecuencias teóricas que se desprenden de la obra de Zavaleta. Aunque es verdad que Mansilla puntualiza una de ellas; la referida al “teorema de la paradoja señorial [que] representa uno de los logros más prometedores de la obra de Zavaleta”, aunque no explotada por los seguidores de René Zavaleta y lamentablemente, tampoco profundizada por Mansilla. Con todo, este aporte de Mansilla en torno a la obra de Zavaleta es, creo, ciertamente importante porque marca una interesante veta a explorar. Otro ejemplo de la limitación que anotamos, puede observarse en relación a “los gobiernos [supuestamente] izquierdistas en los períodos 1952-1964, 1982-1985 y a partir de 2006” y el surgimiento de nuevas clases altas. Es cierto que la opinión de Zavaleta sobre este fenómeno ha sido débil, lo que no quiere decir que lo hubiera ignorado. Pero además de constatar un hecho caso obvio en el país (precisamente el surgimiento de nuevas clases altas gracias a gobiernos “izquierdistas” por un lado y por otro, gracias a la corrupción) convendría detenerse en un dato también notorio: que la renovación de las élites se opera gracias a y en períodos de autodeterminación nacional, en el que la administración estatal se encuentra bajo la responsabilidad de aquellos gobiernos. En este orden, puede decirse que tanto el aporte zavaletiano (referido a la “prebendalización del sistema estatal”), como el enfoque de Mansilla nos podrían servir para profundizar la reflexión al respecto.

Antes de finalizar esta columna apuntemos algunas consideraciones. Primero; junto a lo ya valorado en el texto de Mansilla, no olvidemos su insistencia referido a lo que llamó “las trampas de lo concreto”. En esta parte Mansilla dirige sus observaciones a los críticos de la cultura occidental y afirma que las teorías de estos críticos se han mostrado “inoperantes ante las trampas de lo concreto”. No siempre es un buen consejo tomar como referencia, para la calificación de una teoría, a lo concreto (aunque en el mismo Zavaleta puede encontrarse algo de ello). Lo concreto, como referencia para evaluar una teoría exige ciertos recaudos, como el tomar en cuenta el carácter histórico, precisamente de lo concreto. Bajo este supuesto, las teorías también deberían, para su consideración, circunscribirse históricamente y ello ya nos plantea un límite para la propia teoría. Por ello creo que, a fin de aprovechar el potencial que la observación de Mansilla ofrece habría que puntualizar lo siguiente. El abordaje de las teorías debería privilegiar la atención en torno a la “calidad”, la consistencia, de sus componentes: conceptos, teoremas, hipótesis.

Segundo; quisimos mostrar en estas pocas líneas que no es necesario el atrincheramiento teórico, para valorar elementos de cualquier teoría, por más que sostenga una postura contraria a la del lector (porque, de ser así algunos no podríamos leer al “divino Platón”, a George Simmel o a Heidegger; estos dos últimos incluso con cierta afinidad con el nacionalsocialismo alemán). En base a dos teóricos opuestos, como son Zavaleta y Mansilla, hemos intento encontrar áreas de contacto que estimulen el debate. Ello exige, al igual que frente a toda teoría, una distancia respecto a los pensadores, ateniéndonos a las propuestas que nos presentan. No se trata de un relativismo, muy de acorte a las teorías postmodernas, sino de un auxiliar técnico, para seguir en la tarea por la comprensión de nuestro espacio y nuestro tiempo.