Opinion

LUCHA Y DEMOCRACIA
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Jueves, 24 Octubre, 2013 - 10:22

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Hace días fueron reconocidos y homenajeados quienes formaron una asociación de detenidos y perseguidos políticos, especialmente en las épocas de las dictaduras militares, que a su turno se sucedieron en el país  desde principios de la década de los 70 hasta la década de los 80 del Siglo pasado. No estuvieron todos ni son todos que los deberían estar; pero la gratitud fue un acto significativo.

Sin nombrar a ninguno en particular (por temor a las odiosas omisiones), se tendría que también convocar a los que en esos años trabajaban en las radio emisoras mineras, eran los luchadores incondicionales por la libertad, la justicia y denunciaban a voz fuerte los oprobios de las dictaduras, las masacres, las persecuciones y la custodia camino del exilio de cientos de bolivianos.

En el sur estaban las radios mineras de Ánimas, Siete Suyos, Chocaya, entre otros, liderados en el éter por Nacional de Huanuni, las emisoras de Uncía, Llallagua… no pocos fueron acallados a fuerza de bala y sufrieron la destrucción de sus equipos. Al poco tiempo, igual la señal rebelde se oía en onda corta o en onda media.

Sus trabajadores no siempre eran mineros, sino hijos de ellos, muchos cursando Universidad del interior, otros, ciudadanos de la calle pero comprometidos con la reconquista de la democracia, no pocos ya habían tenido experiencias en micrófonos de las ciudades. Eran tiempos de batalla contra la usurpación del poder, el nepotismo, el abuso y el desafío de “andar con el testamento bajo el brazo”.

En el septenio de los 70, con Bánzer y su camarilla, quienes se oponían a la “orden, paz y trabajo” eran calificados de comunistas, muy bien clasificados en la persecución dentro del “Plan Cóndor” que arrasó en los países del Sur. ¿Cuántas familias tuvieron que soportar el terror de la persecución?

Los hijos de esos valerosos hombres seguro que recuerdan hoy como los mastines de la represión ingresaban, generalmente en altas horas de la noche, a viviendas de los dirigentes mineros, universitarios o cualquier ciudadano de a pie; pero sospechoso de “rojo” y subversor, tenían que trepar la pared hacia la casa del vecino y escapar, a veces el colindante no siempre era amigo o no se quería comprometer, entonces ocurría la detención, la pateadura, los vejámenes de toda laya. De esto ya se ha escrito bastante.

Lo que queda, es que muchos de los más sádicos perseguidores del pueblo tienen hoy a sus hijos disfrutando de la democracia, no pocos son oficiales de la policía (inclusive en puestos de importancia en nuestras ciudades), otros en el ejército y los dogos de ayer, como si nada, tranquilos, mezclados en la ciudadanía; pero la memoria del pueblo siempre los tiene en la mira. Pasan por la vida, como lo que son. Si ellos escribieran todo lo que les cupo hacer, nuestra historia sería más interesante, esclarecedora y llevaría a señalar con precisión de quienes fueron los serviles para hacer gemir al pueblo. No olvidemos que todavía existen cientos de desaparecidos de aquellos tiempos.

Un amigo, uno de los homenajeados, me encontró en la calle, se emocionó al verme y me comentó que “muchos de nosotros no tuvimos el coraje de seguir en la lucha dentro de la democracia. Nos patearon, torturaron y exiliaron; pero hasta ahí llegamos”. Me quedé pensando y me dije, verdad: ellos deberían seguir liderando la lucha aún después de la conquista de la democracia.

Dentro de la pléyade de los luchadores, dando la cara al dictador, falta nombrar a muchas mujeres, ellas también estuvieron ahí, codo a codo con el camarada, siempre en la clandestinidad, por estrategia, buscando día a día proteger y asegurar la comunicación entre diferentes puntos anónimos; pero si eran detenidas: ¡Vaya suerte que corrían…! Esta es la otra página negra de nuestra historia.

No olvidemos que las Madres de Mayo, en Argentina, aparecieron precisamente en la idea de recuperar a las desaparecidas, a sus hijos, que en no pocas veces nacieron en prisión, pero que fueron regalados o adoptados por los represores, algunos volvieron al seno familiar después de décadas. Esa es la historia próxima a nosotros. Otras también estuvieron en las filas de la guerrilla del Che, es la línea que se sigue, ¿o no?