Opinion

LAS CUOTAS DEL PODER
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Jueves, 25 Abril, 2013 - 19:35

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Si nos ponemos a pensar en la historia nos convencemos que en todas las épocas Bolivia fue motivo de cuotas de poder. Las pugnas políticas no tienen otra orientación que captar poder para repartirse las riquezas que genera como Estado y en el fondo no les interesa la búsqueda del desarrollo y progreso para el bienestar del pueblo.

Con algunas peculiaridades de que en algunos gobiernos dejaron caer más migas del banquete para los pobres, (el pueblo),  de manera general, sólo se trata de obtener el mayor beneficio del poder, logrado ya sea por la vía de la votación o de facto.

Por asirse del poder ya se advierten movimientos políticos, tanto en la denominada oposición y también en el oficialismo, se anticipan las angurrias de los avezados politiqueros y otros nuevos que aparecieron en el escenario y que afilan discursos para ser ofertados a millones de ciudadanos quienes no hicieron una forma de vida el ganarse el pan en base a la demagogia.

En las épocas de las dictaduras, en la década de los 70 del pasado Siglo, se repartieron el territorio nacional, millones de kilómetros cuadrados fueron adjudicados a los leales militares que sustentaron los golpes de Estado, aparecieron haciendas florecientes en el oriente boliviano gracias a la mano de obras de conscriptos que al estilo de los esclavos, trabajaron en el algodón, el arroz, la caña o desmotaron hectáreas para el pastoreo del ganado. ¡Vaya riqueza obtenida con el sudor de la frente ajena…!

Muchos civiles también se prestaron a servir el poder de facto, se beneficiaron con el cuoteo, algunos se mantuvieron en los pasillos palaciegos y otros siempre pelearon por dejar su foto en las paredes del Parlamento, sean en Diputados o Senadores. Hasta hubo politiqueros de esos tiempos que se hacían llamar “decano” del Legislativo. Cumplieron muy bien el papel de “doble cara”, estando con los militares y también con los débiles gobiernos civiles que emergieron en la coyuntura. ¿Quedan algunos de ellos?

Una vez lograda la “democracia”, se vivió la época de las alianzas, las coaliciones y las megas coaliciones, los pactos y las “juntuchas”. El voto del pueblo no alcanzaba a consolidar un poder a un solo candidato. En el Parlamento se hacían gobiernos a quiénes no habían obtenido más del 25% ó 30% de los votos. Los acuerdos versaban sobre la repartija de los ministerios, no importaba que en los hechos entre las “ideologías” hubiera ríos de sangre que los separen. Así hubo ministros que juraban ser de tendencia comunista, socialista, falangista, de la derecha más acérrima: dictador ayer, perseguido y exiliados antes, luego juntos en la mesa palaciega, ofreciendo discursos como “sacrificio” por el bienestar del pueblo.

El cuoteo así abarcaba ministerios que significaba el botín de guerra, los puestos quedaban reducidos frente a los cientos de acólitos que les tiraban el saco para aferrarse de un puesto público. Las empresas productivas eran adjudicados a los politiqueros más hábiles para negociar: YPFB para tal partido, Entel para este otro, Comibol allá, Educación aquí, Trabajo… y así. Las reuniones de gabinete de Ministros no eran para delinear el bienestar del país, se discutía más bien más cuotas a cambio de lealtades y de sustentar el sistema.

Hoy la situación parece no haber cambiado. Antes eran los partidos políticos que buscaban el cuoteo, sumaban más de 20 para una población votante de no más de cuatro millones: izquierdas para todos los gustos, derechas al por mayor, he ahí la habilidad de los tránsfugas para aparecer siempre en el gobierno. Principios e ideología, sólo para el discurso.

El cambio hoy es que ya no son los partidos políticos quienes pugnan por la cuota de poder, son las agrupaciones sociales, especialmente aquellas surgidas “del pueblo”, -dicen- que reclaman el derecho de controlar un determinado sector, exigieron ministerios, propusieron candidatos para este y otro puesto en el poder; en caso de no ser atendidos se volvieron contra el Instrumento Político; pero se alistan para las elecciones del próximo año para no perder la costumbre.

Visto en el fondo, las tempranas propuestas de unificación de los partidos que dejaron el palacio hace menos de una década, lo que buscan es asirse del poder y el cuoteo. A su vez, las organizaciones sociales, hoy en palacio, también luchan por lo mismo. ¿Hay otra realidad?