Opinion

HABLEMOS DEL MAESTRO
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Martes, 4 Junio, 2013 - 17:27

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Según ha venido avanzando en el tiempo, el concepto de “maestro” ha venido cambiando y de aquél “apóstol de la Educación”, querido, admirado y sobre todo reconocido hoy se reduce a simple “trabajador de la educación”,  la Escuela donde se formaba también ha evolucionando y ya no se forman maestros, sino técnicos superiores y pronto sólo habrán licenciados.

Su corresponsabilidad dentro de la realidad nacional era casi decisiva, los padres de familia le atribuían la segunda paternidad, la maestra y el maestro tenía plena autoridad sobre el estudiante, por tanto merecía respeto, en ocasiones más que a los propios progenitores. Ir a la escuela sin haber hecho la tarea era imperdonable, motivo de severa llamada de atención y castigo hasta físico. La escuela era entendida como “cambio de conducta”.

Cuando el pedagogo George Rouma funda la Escuela Normal en Sucre, el 6 de junio de 1909, se propuso como tarea formar maestros para una escuela científica, reflexiva, analítica para hacer que los alumnos experimenten, comparen y razonen por sí mismos. Es en homenaje a esta fecha que en Bolivia se recuerda el “Día del Maestro Boliviano”.

Por un lado siempre se criticó la instancia de selección de recursos humanos para ingresar a la Normal, hasta la década de los 80 no era fácil el acceso a la carrera docente, en los últimos años, basta una huelga de hambre y ya está, no importa la carrera o área de formación a elegir, lo importante es tener matrícula y también con algunas huelgas adentro, se conseguirá el título de Técnico Superior en Educación, parece que será igual para ser licenciado, mención que ofertan ahora las Escuelas Superiores de Formación de Maestros.

Ya dentro del ejercicio docente, la experiencia demuestra que el maestro y la maestra ya no tienen la autoridad en la escuela: un padre de familia que recibe el boletín con bajas calificaciones increpa a la maestra por este hecho, no al hijo; si ésta llama la atención con voz un tanto firme a la alumna o alumno, entonces la madre o el padre acude inmediatamente para pedir el cambio de la profesora por abusiva y mal trato, si llega a los medios de comunicación masiva, entonces se destruye la imagen del o la trabajadora en educación.

Nuestra sociedad está como está porque la escuela ha perdido su rol vital de la formación del carácter, la personalidad, la cultura, el civismo, el sentido de pertenencia social y de patria; influyen más los contenidos de las tecnologías de información y comunicación como la televisión, el navegar en las páginas sociales y los millones de datos que allí se encuentran cuyo control es ajeno el padre y la madre de familia, es que la sociedad de consumo que nos hemos inventado exige que ambos estén luchando por traer el pan diario a casa.

En los hechos, cualquier propuesta de educación debe ser buena pero si no se trabaja en conjunto, cualquier ley será un fracaso; la educación de los futuros ciudadanos no es cuestión de si es un técnico superior o licenciado esté en el aula; sino considerar la profundidad de la influencia de la misma sociedad: hoy la Ley 070 “Siñani-Pérez”, avanza por un camino, la realidad por otra distinta, lo socio-comunitario, productivo y descolonizador no está presente en el ámbito que se respira, es este factor donde no se trabaja.

¿Lograría resultados significativos el maestro de antes si hoy estuviera presente? ¿Cómo aprovechar el “rincón del vago”, “tareas fáciles”, “investigaciones a la mano” y otros que tienen más poder que el docente? ¿Sólo se trata de aprobar al alumno para evitarse de problemas con las organizaciones sociales? ¿Las organizaciones sociales se mantendrán siempre en serenos de la escuela y del trabajador en educación? ¿Habrá discursos aduladores e hipócritas para el maestro en su día?

Sea como fuere, todavía estamos a tiempo para reflexionar en colectivo sobre la realidad de la escuela, repensar en la tarea docente, la profundidad de su corresponsabilidad con la sociedad ligado a lo económico, cultural, social y sobre todo lo humano que hace a la tarea de la educación, para hacer que quienes pasan por las aulas del saber contribuyan al desarrollo del Estado y su perfeccionamiento antes que su destrucción, ¿será posible en la concepción del maestro actual?