Opinion

BALBUCEANDO EL IDIOMA
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Martes, 14 Abril, 2015 - 17:50

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Como un instrumento de dominación, durante la colonia, los españoles impusieron violentamente su idioma, el castellano. Así se trató de erradicar la cultura nativa, fue un acto de brutal discriminación, un intento de anular los saberes y conocimientos de los pueblos.

En Bolivia, todas las Constituciones Políticas anteriores reconocían como idioma oficial el castellano; el quechua, aimara el guaraní u otros eran lenguas de discriminación, despreciados. Lo primero que se enseñaba en la escuela era el idioma del Estado, sólo el que hablaba el español era considerado ciudadano, podía votar si además pagaba tributo.

Hubieron gobiernos que reconocían un monto de dinero a aquella persona que alfabetizaba al nativo, que era primero enseñarles el idioma español o castellano y les metían en la cabeza algunas letras del alfabeto con las que podía deletrear  algunas ideas, principalmente firmar. Esto duró un poco más de la década de los 50 del pasado Siglo.

Luego se puso de moda el bilingüismo, educación bilingüe que fue la propuesta seria con la Ley 1565 de Reforma Educativa contenida en el paquete de normas que regía el liberalismo aplicado en el país antes de la asunción al poder del actual presidente Evo Morales.

No se puede negar que se gastaron millones de dólares, y se gasta todavía, en esto de la educación bilingüe. Por ejemplo, ahora es aceptable que se enseñe las primeras letras del alfabeto en el idioma nativo, fue así desde 1994, es decir, hace dos décadas.

En el sistema educativo anterior a la leyes 1565 y 070, respectivamente, el estudiante debía elegir llevar inglés o francés dentro de su plan de estudios y habían profesores rígidos, temidos además, en esas lenguas extranjeras que a base de repetir y repetir algunas palabras que no pasaban de reconocer algunos objetos cercanos al alumno, los saludos y frases de algún diálogo aprendido de memoria que no se entendía bien lo que se quería decir, se justificaba pasar de curso.

¿Qué se hace ahora con la educación bilingüe? Además de elegir un idioma nativo hay que pasar horas de una lengua extranjera, lo ideal es que el estudiante boliviano sea trilingüe, por lo menos: castellano, uno extranjero y otro nativo. No hay duda que ser plurilingüe es una ventaja, se beneficia al razonamiento, la agilidad mental, capacidad de discernimiento…

¿Cuál es el idioma que hablamos con fluidez y perfección? Además cada idioma evoluciona, sufre cambios, adopta nuevas palabras o crea, con esto de las nuevas tecnologías de información y comunicación, NTICs, ya nos quedamos cortos, por ejemplo, con el castellano, que además es un idioma impuesto, no es nuestro, salvo que alguien se considere descendiente de los famosos íberos que dejaron de cuidar chanchos en su mundo y se lanzaron a la aventura para llegar aquí.

¿Es el aimara o el quechua de uso cotidiano y normal en nuestra vida institucional? ¿En alguna oficina le atienden en guaraní como algo rutinario? ¿No se compran certificados de haber pasado algún curso de un idioma nativo para presentar en alguna convocatoria? ¿No sigue siendo motivo de discriminación y marginamiento el hablar lo nuestro? ¿Sienten orgullo nuestros estudiantes actuales, de colegio o Universidad, el hablar su idioma materno o lo desprecian? ¿Se escuchan discursos en idioma nativo de nuestros gobernantes? ¿No es una mezcla de palabras y distorsión del idioma?
Otra forma de sometimiento para la explotación y discriminación de los nativos fue la enseñanza de la religión, sólo la doctrina católica a través del catecismo. Los íberos tenían dos armas: su idioma y su religión, así convirtieron a los indígenas en esclavos, discriminados, dominados absolutamente. Ahora ¿cuál es la religión que conocemos, profesamos y practicamos pero con verdad y significación cotidiana que rija nuestra forma de ser?

Sería bueno que en nuestro Estado Plurinacional se dedique un día al año como del Idioma Nativo, así por lo menos en una jornada hablaríamos sólo lo nuestro, desde el Presidente hasta el último ciudadano. ¿Acaso no hay Día del Peatón?