Opinion

PENSANDO EN TI MAMÁ
El Púlpito
Guillermo Siles Paz, OMI
Lunes, 26 Mayo, 2014 - 19:36

Valorar: 
sin votos aún

Todos estos días fui pensando qué decir a mi madre, a aquella que me dio la vida y la que siempre está atenta con todos los detalles de mi vida cotidiana. Yo siempre pienso que todas las madres son tan iguales. Muchos de sus valores, de sus cualidades están casi clonados. Por eso aunque todos sabes que un día partirán al encuentro con Dios. Uno no quiere que ocurra eso, pero Dios nos dio esa dirección, uno vive para disfrutar de sus frutos y luego recibe la corona que enarbola su vida entrega a su fin.

Pero qué es una madre, qué nos da una madre y por qué nos aferramos a la madre. Primera realidad es muy clara. Ella es la portadora de nuestra vida, gracias a ella podemos disfrutar de toda la vida. Nos llevó en su vientre, nos paseamos en su seno. Nos dio de mamar y nos ha compartido su propia vida. Por eso es portadora de la vida. La generadora de ese gran don gratuito.

La Madre, desde el primer momento es capaz de orientar la misma vida, porque nos educa, nos instruye y nos guía. Es como un templo del saber, porque cada detalle de sus acciones siempre nos llevan recibir conocimientos de ella. Pero poco a poco ella se hace capaz de motivarnos ante nuevas realidades que nos viene, nos desafía para quebrar  nuestros miedos, nos provoca para tener nuestra propia mirada, y a la larga, sabernos defender con nuestros propios esfuerzos.

Es cierto, muchas de las cosas que tenemos en nuestra niñez, viene de ella, inclusive la fe, ella nos lleva a conocer a Dios, es como la que nos evangeliza. Quién no ha rezado con ella. Desde su sencillez y su comprensión nos hace conocer a Dios. Su ingenio le lleva a ser como la relatora de historias, de cuentos, de fábulas y de la esperanza cristiana. No es teóloga, pero su comprensión de Dios es tan exacto, conoce a Dios como padre comprensivo, tierno, cercano y protector.

Aunque es cierto para ninguna madre los hijos crecemos, pero aún en esta realidad, ella está dispuesta a darnos las herramientas para enfrentar la vida. Nadie puede negar que una madre tenga una actitud serena, atenta y sin prisas. Frente a los problemas sabe darnos esperanzas, frente a unas confusiones es capaz de tener una palabra sabia. La universidad de la vida le hizo capaz de entender los equilibrios y desequilibrios del mismo ser humano. Ella te hace entender que es necesario de discernir  y optar por aquello que realmente es correcto para ti.

El tiempo pasa y pasa la vida, pero una madre se adecua a su tiempo, es presa de su tiempo y reproduce la vida en su tiempo. Por eso los hijos no nos apartamos de la madre, la “mamitis” la vivimos aun en el silencio. Nos sabemos queridos y amados, y disfrutamos de ser hijos.

El consuelo de una madre es la fortaleza, que nos impide ser presa del dolor y engaño.  Su palabra es como hierro indeleble, no falla es ineludible, ella sabe y no lo duda.

Todos los hijos, en algún momento de nuestra vida, hemos fallado. Ella está ahí para comprenderte para animarte, para levantarte para darte ánimo, para decirte, “eso es así y lo vencerás”. Es como si ella hubiese pasado todos los problemas. 

Para una madre nadie es más y nadie es menos, pese a los errores. Para una madre todos somos iguales, todos somos sus hijos e hijas.

Ella sabe perdonar, sabe ser compasiva, sabe ser misericordiosa, sabe estar al ritmo de Dios. Ella es puro corazón, aunque que estemos un poco lejos de la perfección, sabe acogernos.

Por eso una madre tiene tanto valor, es el centro de nuestra vida. Sus lágrimas nos destrozan, sus dolores nos debilitan y su partida nos silencia. Por eso queremos tenerlas siempre, como una flor, como una musa que te inspira. Una madre es como Dios que te da su ternura gratuitamente.

Si tienes una madre hoy, disfruta de todos estos detalles, disfruta de ser un hijo bendecido por su amor, Goza de ella y nunca te rebeles a sus consejos. Camina por la senda que te ilumina. Un día reconocerás que mucho de lo que eres, élla te lo dio. Dichosos los hombres y mujeres que honran a su madre. Ellas se consagraron a ti.

Guillermo Siles Paz es misionero y comunicador social.