Opinion

ALGUNAS RAZONES POR LAS QUE VUELVO A ESCRIBIR
El Juguete Rabioso
Walter Chávez
Jueves, 5 Septiembre, 2013 - 18:50

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Hace unos años tomé la decisión de vivir en Buen Retiro, al norte de Santa Cruz, sin cine, sin libros, lejos de los medios y pude comprobar aquella boutade de Borges que recomendaba no leer periódicos porque si las cosas que ocurren realmente son importantes uno igual se entera. Como el avaro del relato de Luis Loayza, en las mañanas ponía a todo volumen “Wishyouwerehere” en la versión regaae de AlphaBlondy (el Primer Bandido), miraba a mis animales que discurrían librementey me decía, como sopensando en una balanza imaginaria: “Los bulldogs atigrados...el toro blanco que descansa debajo del tajibo… los gallos amarillos que cantan cada cinco minutos… todo eso es más de lo que dejé en la ciudad”.

Es decir, como si tratara de una parodia del personaje vargasllosiano, me fui de La Paz para olvidarme de la política y los paceños pero vaya que la malhadada realidad me sale al paso y de pronto me encuentro con una serie de sucesos, de personas y personajes que todavía se andan ocupando de algunas cosas mías… entonces tomo la decisión de escribir esta columna que la peligrosa generosidad de mi viejo amigo Andrés Gómez me la ofreció, “porque estoy convencido que tarde o temprano vas a tener ganas de decir cosas”, me dijo una tarde que nos encontramos en El Prado.

Uno de esos sucesos que me animó a escribir esta columna es la polémica que se armó alrededor de la aparición de El Desacuerdo, un quincenario gestionado por un grupo de jóvenes intelectuales, que muchos quisieron ver como la continuación de El Juguete Rabioso por otros medios… En realidad, desde que en 2006 dejó de salir El Juguete, son varios los periodistas que me propusieron comprar el nombre para darle continuidad a ese proyecto. Los argumentos para negarme eran siempre los mismos, amparado en el título de aquel hermoso libro de ForrestHylton, les decía que “ya es otro tiempo el presente” y que el Juguete siempre fue un medio militante, indianista y en su último periodo incluso evista y por eso no debía volver a circular.

Pero a principios de este año, conocí a un grupo de muchachos (Manuel Canelas, Mario Murillo, Susana Bejarano, Boris Miranda, Amaru Villanueva, Nicolás Laguna y Verónica Rocha), al principio fue una charla de Café, luego leí los magníficos textos que escribían y me convencí que la idea de publicar un quincenario no podía ser más oportuna, siempre y cuando ese nuevo medio incluya de manera plural y cosmopolita las ideas y posiciones de su generación.  Recordando el verso del magnífico poeta Cé Mendizábal, diré que a mí sólo me “tocó empujar para ver correr la sangre de lejos”. Eso sí les advertí de los obstáculos que tendrían que salvar, de las posibles furias que se iban a desatar pues el espíritu de los huayralevas (de los que con tanto acierto alertaba Medinaceli) seguía vivo.

Bueno, la primera gran sorpresa que me dio este grupo de jóvenes fue lo que Fernando Molina marcó tempranamente en Pagina Siete: el “bello nombre” que escogieron y que se condice con su formación y su cultura: El Desacuerdo, tomado de un libro del francés Jacques Ranciere. Y aunque no me animé a escribir para sus páginas (ni acepté ser parte de su Comité Editorial, también por eso de que “ya es otro tiempo el presente”), hice lo que pude para que su proyecto se concrete: les sugerí que contraten a Sergio Vega para el diseño (por eso formalmente el logo se parece a El Juguete, son del mismo autor), y a Ramón Rocha Monroy,Pablo Cingolani, Edmundo Paz Soldán y varios otros ex colaboradores del extinto Juguete… los contacté con los sindicatos de canillitas y los ayudé a solucionar sus trámites burocráticos.

Como se armó tanta polémica alrededor de El Desacuerdo y El Juguete, quise contar esto para que quede constancia de todo. Y además, creo que era necesario ahora que empiezo a publicar esta columna quincenal en Erbol Digital. ¿Por qué en Erbol? Estos años, varios medios me ofrecieron un espacio, pero decido escribir aquí, porque Erbol es un medio que luchó grandemente contra el entreguismo de los neoliberales y también soñó como muchos de nosotros en que un día los subalternos, los indios, los “nadies”, se autogobiernen. Escribo en Erbol porque me gustan sus principios y su compromiso incontrastable con el pluralismo y con el futuro de una Bolivia sin amos, sin dueños.

En realidad nietzscheanamente vuelvo al principio… En 1998 El Juguete Rabioso empezó como una columna en La Razón, luego en 2000 se convierte en quincenario y hoy vuelve a ser una modesta columna… ¿De qué escribiré? De las cosas que pasan, de libros, de cine, de ciertas historias de este periodo político que están dormidas por ahí… de escritores, de políticos y gente peor. Ahí nos vemos, entonces, la próxima quincena.

Mientras espero, enciendo un cigarrillo, vuelvo a la nostalgia de AlphaBlondy(wishyouwerehere… cómo quisiera que estuvieras aquí)… y trato de considerar los improbables saltos que ensaya aquí a mi lado mi perra bulldog … como diría el poeta Jorge Frisancho, un acontecer caótico… itinierante… pero siempre bello…