El remedo de elecciones democráticas

*Por Jimena Costa Benavides

En cualquier fuente, en cualquier parte, en los últimos siglos, se considera democrática una elección cuando se cumplen algunos requisitos básicos: que las reglas sean claras; que los candidatos tengan iguales condiciones en la competencia; que el árbitro sea imparcial, independiente, competente y transparente; que existan medios de comunicación plurales y libres de la influencia de los partidos políticos; que los electores tengan acceso a información suficiente y confiable para decidir su voto; y por supuesto, que la población confíe en el proceso, el árbitro, los candidatos y los resultados. Ninguna de esas condiciones se cumple para la elección de octubre.

Las reglas no son claras y los vacíos hacen que los vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE) hagan lo que les da la gana: rechazan renuncias, habilitan candidatos unilaterales de alianzas inexistentes, administraron una broma de primarias, etc.; los candidatos no compiten en igualdad de condiciones ya que los masistas usan los recursos, bienes y funcionarios públicos en la campaña; el árbitro no es imparcial ni independiente, es oficialista y tampoco es competente y transparente como prueba la amenaza a los universitarios de no poder inscribirse si no votan o el amague de eliminar la paridad y la alternancia del proceso; los medios oficialistas no informan, hacen campaña aunque sea delito electoral; los electores solo tienen acceso a información de las propuestas de quienes tienen plata, o más bien de los que usan plata pública para la propaganda; y claro está, la desconfianza en el TSE es sólo comparable a la desconfianza a la “banda de los 4” de los 90’s o a la “banda de los 7” del 2014, y eso que muchos olvidan que todos los Tribunales Departamentales Electorales (TDE) son tan o más azules que los del TSE con el pequeño detalle de que ellos administran el proceso, llevan y traen papeletas y reciben las actas de mesas de sufragio.

Eso sí, debe enfatizarse que hay otras normas muy claras que no se cumplen: el TSE habilitó inconstitucionalmente al binomio oficialista porque ninguna resolución de ninguna instancia está por encima del resultado de un Referéndum en el que la mayoría del pueblo decidió, con nombre y apellido, que el binomio masista ya no puede postular. Sólo ese hecho deslegitima por completo la elección. Pero aquí estamos.

Este proceso electoral presenta todas las anomalías y se convierte en un riesgo para el prorroguismo bajo el pretexto de elegir nuevos vocales del TSE mientras los TDE quedan intactos y hacen “su agosto”.

Concluyo:

• No se puede dejar el futuro del país y de la democracia en manos de los partidos o los adláteres del Gobierno en el Órgano Electoral.

• Tod@s debemos hacer control electoral, desde que se instale tu mesa hasta que el acta de escrutinio que presenciaste y fotografiaste sea scaneada en el Tribunal Electoral de tu Departamento.

• Si no … luego no servirá llorar “sobre la leche derramada”.

 

* Jimena Costa Benavides es Politóloga