Opinion

ES TIEMPO DE SALIR DEL CLOSET
Cóncavo y convexo
Karla Calderón Monrroy
Martes, 12 Agosto, 2014 - 18:35

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En el mundo aún existen países que castigan la homosexualidad, incluso con pena de muerte. En Irán, Mauritania, Arabia Saudita, Sudán y Yemen, de amor sí se puede morir. De este lado del planeta, la situación esalgo diferente. Con excepción de Guyana, en el continente americano, ser gay no es un delito.Sin embargo, la no criminalización de las preferencias sexuales, no significa el reconocimiento pleno de sus derechos, como si ser humano no fuera condición por demás suficiente. El matrimonio, en este contexto, continúa siendo un derecho reservado solo para los heterosexuales. De los 33 países que conforman la región de Latinoamérica y el Caribe, solamente Argentina, Brasil, Uruguay y México (en algunos estados) reconocen el casamiento entre parejas del mismo sexo.

Para la aprobación del matrimonio igualitario en Argentina (2010) y Uruguay (2013), el camino estaba legalmente más allanado, por decirlo de alguna manera. Fue suficiente con modificar el código civil, estableciendo que el vínculo puede contraerse entre personas de distinto o igual sexo. En el Brasil (2013), tuvo que ser el órgano judicial (y no el legislativo), a través del Consejo Nacional de Justicia, la instancia que permitiera que la unión establede parejas del mismo sexo se formalice en matrimonio.Ahora bien, las mayores trabas legales se dan cuando la misma Constitución Política de un país, define (o limita) el matrimonio comola unión de un varón y una mujer.  Tales son los casos de Ecuador, Colombia y Bolivia. No obstante, en los dos primeros, una correcta aplicación (e interpretación) ha posibilitado formas análogas al matrimonio. Veamos.

La Constitución Política ecuatoriana señala quela “unión estable y monogámica entre dos personas libres de vínculo matrimonial que formen un hogar de hecho (…) generará los mismos derechos y obligaciones que tienen las familias constituidas mediante matrimonio”. Bajo ese paraguas,al menos una docena de parejas homosexuales ya han notariado su relación e incluso algunas han inscrito su unión en las oficinas de registro civil. Por supuesto, se lee más fácil de lo que el trámite es en realidad. En la mayoría de los casos, las solicitudes fueron rechazadas y los interesados tuvieron que recurrir a la Corte de Justicia para hacer valer sus derechos. Viabilizar el matrimonio igualitario en ese país requiere necesariamente de una reforma constitucional, la cual ha sido descartada rotundamente por Rafael Correa. “En el último de los casos, nos vamos a consulta popular”, dijo. Astuto el presidente, sabe bien que su postura negativa sería compartida por la mayoría.

En Colombia, cerca de una veintena de leyes fueron modificadas por la Corte Constitucional de ese país, garantizando los derechos de las parejas homosexuales. Por ejemplo, la pareja gay de un miembro de las fuerzas militares, goza de protección social de parte del Ministerio de Defensa. Justamente fue una sentencia de esa Corte, la que abrió la puerta al reconocimiento de las familias homoparentales. El razonamiento jurídico fue así: Primero, la constitución determina que“la familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla”. Segundo, el código civil establece que “el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer con el fin de procrear”. Por tanto, el matrimonio es uno (y no el único) de los mecanismos que da origen a la familia.

De esa manera, la unión homosexual no está prohibida, estádesprotegida, debiendo el Congreso haber legislado el matrimonio igualitario hasta el 20 de junio del año pasado. Como ello no sucedió, a partir de esa fecha las parejas del mismo sexo pueden legalizar su vínculo contractual. Así lo manda la sentencia. Evidentemente, la controversia generada dificulta su aplicación. En muchos de los casos los notarios o jueces se niegan a celebrar el matrimonio civil u optan por llamarlo de otra forma. El vacío jurídico sirve, hasta por ahí. Una ley especial es necesaria.

Dirigiendo ahora la mirada a muestro país. Si nuestra Constitución le pone un candado al matrimonio y a la unión libre de parejas del mismo sexo, la promulgación del proyecto de Código de Familias, tal como está, equivale alanzar la llave al abismo más grande. La heterosexualidad se convertiría en requisito para casarse o convivir libremente y la homosexualidad, en una causal de nulidad. Ni el Código de Familia vigente (aprobado el siglo pasado y parte de los llamados “códigos Banzer”, aprobados en dictadura militar) establece tremenda barbaridad.

Es una lástima, pero la lucha por la igualdad pareciera ser asunto exclusivo de los gaysy sus simpatizantes. El resto, en silencio. Coincido con el senador Eugenio Rojas, nuestra sociedad no está preparada. Nuestros convencionalismos nos enceguecen y por eso abrimos la boca grande cuando escuchamos que en las listas de candidatos hay uno que otro homosexual, como gran novedad. Ojalá esta situación vaya cambiando y cada vez sumen más los que tengan el valor de salir del closet, pero del closet de sus prejuicios.