Opinion

CHAMBONEADAS Y PROBLEMAS
Cara o Cruz
Raúl Peñaranda U.
Jueves, 23 Octubre, 2014 - 17:49

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El Tribunal Supremo Electoral ha estado bajo las críticas de los partidos opositores y de una buena parte de la opinión pública. Hay tanto que criticarle a ese órgano que es difícil incluso decidir por dónde empezar. Hace dos décadas fueron elegidos los “notables” para dirigir a la entonces Corte Nacional Electoral (rebautizada como Tribunal Supremo Electoral); hoy parece que se eligió a los “inexpertos” para hacerlo.

El organismo electoral, según mi criterio, enfrenta problemas de forma, pasajeros. Son las “chamboneadas”. Y también temas de fondo, que son los problemas estructurales de una entidad con credibilidad decreciente.
Entre las chamboneadas están que los vocales decidieron que el voto en el exterior se realice en 33 países y 66 ciudades, cuando el 95% o más de los electores se encuentran en solo cuatro: Argentina, EEUU, España y Brasil. O sea que se hizo un esfuerzo demasiado grande para resultados tan pobres registrando a votantes hasta en Irán y países así de “significativos”.

También fue una “chamboneada” la pésima organización del registro de votantes que habían cumplido reciente 18 años de edad: las colas eran eternas, las esperas de horas y la información deficiente. En 2009, la entonces Corte Nacional Electoral registró ordenadamente a 5,2 millones de personas en 45 días. Este año, en más tiempo, el Tribunal registró a 600.000, pero con innumerables problemas y protestas de la ciudadanía.

Otra: en los comicios del 12 de octubre pasado miles de ciudadanos no pudieron votar debido a que fueron depurados irregularmente o les cambiaron el lugar de votación, sin avisarles. El Tribunal castigó dos veces a esos ciudadanos, porque primero les impidió votar y, después, los obligó a hacer colas larguísimas para entregarles certificados de impedimento.

Ultima: algún empleado del Tribunal escribió“Estado Plurinominal” en vez de “Plurinacional” en miles o quizás millones de papeletas. Nadie siquiera hizo ademán de reconocer su error y, menos aún, presentar su renuncia. Nadie.

Pero los problemas de fondo son más graves. Demuestran una sumisión del Tribunal con respecto al oficialismo. Veamos: el expresidente del Tribunal y actual vicepresidente, Wilfredo Ovando, es adherente del partido de Gobierno como se pudo demostrar mediante una fotografía en la que aparece participando en un acto político del MAS, ondeando una bandera de ese partido. ¡Un activista del MAS en el seno del órgano electoral!

Justamente ese activista es el que propuso hace unos meses un cambio en la forma de asignar diputaciones uninominales a las ciudades, pretendiendo otorgar casi todas a las áreas rurales, algo que le convenía al MAS. El plan no resultó pero estuvo cerca de ser aprobado. Su presidenta, Wilma Velasco, y el vocal Ramiro Paredes, denunciaron esa movida y, de paso, demostraron que el ente electoral se divide entre ellos dos (menos influenciados por el Gobierno) y los otros cinco.

La Sala Plena no ha logrado desembarazarse del SIFDE, una entidad autónoma dentro del Tribunal, que para denuncias de temas relacionados a la campaña electoral actúa con independencia de la Sala Plena. Es dirigido por Juan Carlos Pinto, un ex funcionario de la Vicepresidencia. En todas las ocasiones el SIFDE resolvió los asuntos a favor del MAS.

Antes de las elecciones, dos vocales del órgano electoral señalaron que el Presidente y el Vicepresidente no podrían inaugurar obras, siguiendo lo establecido por la ley electoral, que señala que no se puede hacer campaña con bienes del Estado. Pero un día antes de que el Presidente inaugurara la línea amarilla del teleférico, el TSE cambió de opinión y le permitió al Jefe de Estado inaugurar trabajos.

Ante amenazas de chicotazos y de forzar a que los inscritos en el área rural voten por el MAS, el Tribunal guardó un lamentable silencio.

Lo más penoso ocurrió cuando la Sala Plena pidió “silencio electoral” a los candidatos Evo Morales y Álvaro García Linera, que éstos incumplieron.Además, ordenaron que 12 spots de entidades del Gobierno salgan del aire por 72 horas. Sólo 72 horas. Y no lograron siquiera eso ya que el mismo día de las elecciones esos spots estaban siendo emitidos por el canal estatal y algunos medios paraestatales. Ante la mirada impotente de los vocales.

Y luego vinieron los problemas del recuento de votos, que avanzó a trompicones, avanzando y retrocediendo, deteniéndose por largos períodos, mostrando falencias y causando dudas. Este Tribunal no está capacitado para llevar adelante procesos electorales.

Raúl Peñaranda U. es periodista