Indígenas
Cuerpo de ayorea sigue en la morgue hace 5 días

Martes, 17 Diciembre, 2013 - 17:55

Un precario cuarto que utilizan como dormitorio y donde también encienden fuego para cocinar y hervir el agua para preparar los biberones de los gemelos (varón y mujercita) es el hogar que cobija a los cuatro niños que dejó en la orfandad Rebeca Cuta Chiqueno (22), que hace seis días fue encontrada muerta en un canal de drenaje colindante a la comunidad ayorea Garay. 

Sus allegado no hallan justicia y las 90 familias que viven en la comunidad se sienten inseguras por la presencia de pandilleros y la falta de iluminación en la zona. 

El cuerpo de la mujer permanece en la morgue, pues la familia no tiene dinero ni para pagar un féretro. El dirigente ayoreo Jane Gabide Ichague informó de que designaron al dirigente Jorge Picanerai, para que haga un seguimiento al caso.

El dato que conocen es que ayer se tenía que hacer el último estudio forense y que solo después se podía retirar el cuerpo.  Todos rechazan la idea de que ella sea enterrada en una fosa común, como mencionaron los funcionarios de la morgue.

En medio de la pobreza

Garay está dentro del barrio San Silvestre, situado en la prolongación de la avenida Virgen de Luján. Las viviendas tienen paredes de barro y cartón, techos de calamina y pisos de tierra, y abarcan dos manzanos.

El Deber llegó hasta la zona, donde se informó de que los gemelos de dos meses José Carlos y María Chelita y sus hermanos María José (3) y Natalia (7), están bajo el cuidado de una tía y la abuela.

Nancy (‘Güegui’) Chiqueno y Manuel Cuta, padres de la fallecida, se dedican a hacer artesanías para vender, pero sus ingresos no son suficientes, por eso Griselda Chiqueno, prima de Rebeca, está cuidando de la gemelita. Ella no tiene hijos y ha aceptado criar a la pequeña hasta que esté más grandecita. Esta tía vive en la casa del lado, por eso durante el día los niños permanecen juntos. 

Priscila Dosapei, una mujer de la comunidad, pide ayuda para la familia de Rebeca, porque dice que la venta de las artesanías que hacen los abuelos no genera ingresos suficientes.

Los comunitarios lamentan el poco interés que hay de las autoridades por esclarecer esta muerte. Según ellos, la Policía no ha vuelto al lugar para hacer la indagación, porque los datos preliminares arrojaron signos de una posible sofocación.

La consolidación del derecho propietario de la comunidad ayorea es un tema pendiente, así como también el mantenimiento de sus calles. (El Deber)

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