MEDIO AMBIENTE
Título: 

Perdidos en la cumbre

«Hasta aquí señores, de ahora en adelante a seguir a pie» (Foto ANA)



Texto e imágenes: Vladimir Ledezma Maldonado

Desorientados entre farallones a ambos lados, neblina densa, una feroz tormenta de nieve granizo, un viento helado, el suelo barroso, resbaladizo y sembrado de rocas planas, en una hora más vendría la hipotermia y todo terminaría.

Salimos este reciente domingo a las siete, nuestro destino sería el nevado Willamankilisani hacia el noroeste de la Cumbre a Los Yungas, partiendo del área de la laguna Estrellani, pese al cielo nublado y las amenazas de tormenta, todos partimos muy animosos desde el centro paceño, enfrente a la plazuela del Obelisco.

Como éramos alrededor de veinticinco personas, fue necesario alquilar dos minibuses que en menos de una hora nos trasladaron al sitio de la partida, primero por la carretera pavimentada a Los Yungas y luego de llegar a la Cumbre, desviarse por un camino de tierra por el área donde comienza el camino precolonial de El Choro.




«Hasta aquí señores, de ahora en adelante a seguir a pie» (Foto ANA)

Barbijo en el trekk de altura

Si bien en esas alturas (4900 m) ya no era muy necesario seguir empleando barbijo, muchos lo seguimos usando para protegernos el rostro ante el viento gélido y la tormenta en ciernes. De esa manera iniciamos nuestro avance, de acuerdo a un sistema informático de marcado de rutas y cuya aplicación logramos descargar en nuestros celulares algunos días antes.

Eso sí, el empleo del barbijo a muchos nos terminó sofocando, pues, sumado a la poca cantidad de oxígeno del lugar, ameritaba un doble esfuerzo para cubrir el accidentado recorrido hacia el Wilamankilisani que había que hacerlo surcando laderas pedregosas y donde no había sendero.




Con entusiasmo y disposición para lo que venía adelante (Foto ANA)

Manos ateridas

Era muy difícil capturar imágenes, primero porque la neblina densa lo cubría todo, la tormenta remojaba el celular más de lo conveniente y finalmente, porque muchos teníamos las manos ateridas, ya que usábamos guantes de lana en vez de guantes de albañil o guantes impermeables de montaña. Inclusive algunos empleaban dediles o simplemente tenían las manos desnudas.




Pese ala niebla, por un momento fue posible divisar algunos glaciares ocasionales (Foto ANA)

Ya era más de la una de la tarde, pese al entusiasmo y voluntad de los valientes excursionistas, ante la tormenta que arreciaba y la fuerte neblina, no fue posible arribar al nevado Wilamankilisani. Entonces decidimos retornar hacia la Cumbre; hacia abajo se divisaba la laguna Pampalarama.




Un improvisado refigio durante el refrigerio (Foto (ANA)

Por el área donde se habría producido un accidente aéreo en los años ochenta protagonizado por una nave que traía carne vacuna de Beni, nos servimos el refrigerio del mediodía, para ello nos refugiamos en una hondonada junto a una inmensa roca, pero ni así era posible, solo nos estábamos mojando más y el frío calaba, así que de una vez emprendimos el retorno, aunque para ello nuevamente debíamos ascender.

Retorno accidentado

Como la tormenta continuaba, hundiendo nuestras botas en el barro, en riachuelos y bofedales, luego de llegar a una meseta arribamos a la laguna Patalarama, más adelante había otra de la cual no identificamos el nombre, pero pronto llegamos al otro lado atravesando por su ribera norte.




Laguna Patalarama (Foto ANA Gentileza Liz Carrión)

La primera columna compuesta por cuatro personas se desvió del objetivo, que eran los minibuses que nos esperaban en el camino de tierra; si bien antes llegó un par de compañeros, los demás erróneamente continuamos hacia el sureste.

Sin embargo, gracias a que uno de los compañeros tenía en su celular instalada la aplicación que nos señalaba en un mapa el objetivo al cual debíamos llegar y dónde nos encontramos, alcanzamos el camino de tierra y sin mayor problema dimos con los minibuses.




La densa neblina apenas permitía ver los perfiles del área (Foto ANA Gentileza Liz Carrión)

La segunda y más numerosa columna también llegó sin problemas, pero la tercera, que en este caso estaba compuesta por dos personas, no logró ubicarse pues sus celulares estaban descargados. Su situación era apremiante porque la tormenta no se detenía y la niebla estaba cada vez más densa, según sus reportes se hallaban en una especie de desfiladero rodeado de farallones.




Pese al mal tiempo, la Naturaleza no dejaba de mostrar su grandiosidad (Foto ANA)

Encontrados

Varios de nosotros partimos en su busca, hasta que uno de ellos, que fue el que más se adentró, logró hacer contacto visual con los extraviados gracias a su sagacidad, persistencia y a que vestía una chamarra de color encendido.

De esa manera los extraviados ubicaron el camino y lograron llegar a los minibuses. Ya eran más de las cinco de la tarde y el peligro de la hipotermia era inminente si ese grupo hubiera permanecido perdido una hora más.




«No hay montaña peligrosa, lo peligroso son las actitudes de las personas (Foto ANA)